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lalmajano

Pausa




¿Cuántas veces te das el permiso para parar?

Creo que esta pregunta trae consigo otra pregunta anterior para reflexionar que sería ¿qué significa parar para cada un@?


He de confesar que no hace tanto tiempo que esta palabra tiene un significado importante para mí. Sé que es un tópico y que mucha gente me lo recomendaba, pero no lo entendía. Siempre he sido una persona muy activa (tanto mental como físicamente) y que me dijeran que tenía que parar no tenía sentido, ¿cómo iba a "desaprovechar" el tiempo? Con todas las opciones para hacer que siempre me brinda mi cabeza, lo consideraba una pérdida de tiempo. Durante muchos años de mi vida no me he permitido parar. Siento que iba en piloto automático constantemente, haciendo, haciendo, haciendo, no fuera caso que me estuviera perdiendo algo. Incluso de vacaciones, me gustaba tenerlo todo bastante planificado, aunque siempre dejaba algún ratito o un par de días medio abiertos que los intentaba rellenar con el máximo de actividades y visitas posibles.

Recuerdo un año que estaba preparando el viaje anual con mi mejor amiga en nuestra cafetería habitual para ello, llenando los días de todo lo que nos apetecía descubrir y visitar y, en un momento que teníamos todo bastante lleno, nos miramos a la vez y nos dijimos ¿y si esta vez vamos con la calma? ¡Qué gran idea que tuvimos! Nos quitamos presión, prisas y agobios por llegar a todo y no dejarnos nada. Porque muchas veces se nos olvida que puedes tener todo pensado y/o planificado de una manera, pero luego las cosas pasan y no de la manera en que creías. Tuvimos que cambiar destinos por la lluvia y los transportes, pero todo eso nos permitió poder disfrutar más de cada sitio al que visitábamos y descubrir ese país de una manera diferente y sin el agobio de pensar que no estaba saliendo bien.


Otro momento en el que empecé a permitirme hacer una pausa era durante mis clases de yoga. Inicié este bonito camino hace ya unos años cuando vivía fuera como una forma de llenar mi tiempo libre para mantenerme en forma e intentar relajarme. Y digo intentar, porque conseguía de todo, menos relajarme. Por suerte, a mi vuelta a Barcelona, una muy buena amiga se estaba sacando el título de profesora de yoga y comenzó a impartir clases los jueves para algunos compañeros de trabajo, entre los cuales, obviamente, me encontraba yo. Tuve la gran suerte de poder descubrir el yoga desde una perspectiva que me llegaba y me nutría a muchos niveles. Durante varios años el yoga ha sido mi mejor terapia. Me ha ayudado tantísimo a tantas cosas que eso se merece un post exclusivo para ello.


Y así, poquito a poco empecé a escuchar más a mi cuerpo y a mi corazón. Reconocí lo necesarias que son las pausas para mí. Cada vez consigo más maneras de poder encontrar esta calma y estos momentos que tanto mi cuerpo como mi mente necesitan (poco a poco los iré compartiendo). A veces, no es más que parar un momento todo aquello que estás haciendo y en lo que estás pensando para levantar la mirada y darse cuenta de qué pasa a tu alrededor.


Y este post llega en uno de estos momentos en los que estaba paseando por Barcelona y decidí parar y observar. Como iréis descubriendo, me encantan las burbujas de jabón, así que no fue difícil que el señor que las estaba haciendo captara mi atención de primeras. Confieso que antes pasaba tímidamente cerca porque me daba vergüenza, pero desde hace unos años parezco una niña más disfrutando de cómo se crean esas burbujas, de cómo flotan, se dejan llevar, fluyen y viajan hasta que explotan. Me parece una metáfora muy bonita de lo que puede llegar a ser la vida. Algunas llegan más lejos, otras más alto, otras pasan cerca de los niños y las personas, a otras se las lleva una corriente de aire, algunas son grandes, otras pequeñas, pero sean como sean, duren lo que duren, todas están hechas de lo mismo y aprovechan esa efimeridad que se les ha concedido.


Soy consciente de que me queda un camino muy largo que recorrer para conseguir estas pausas porque, claro está, sigo siendo esa persona con mucha energía, muchas cosas en la cabeza y muchas ganas de experimentar y hacer cosas, pero ahora, quiero que sea cada vez más desde la consciencia y la elección, no por dejar el piloto automático apretado sin más.


SIEMPRE HABÍA ENTENDIDO QUE NO ESTABA PERMITIDO PARAR O DESAPROVECHAR MI TIEMPO. CON TRABAJO Y ESFUERZO, POCO A POCO, VOY SOLTANDO EL NO.











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